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Mandalas budistas

junio 1, 2019

Los mándalas budistas son empleados esencialmente como símbolo de espiritualidad.

La budistas nombran a los mándalas con el término Khil-Khor, que literalmente significa “el centro y los alrededores” y por eso suele traducirse como círculo sagrado.

Existen diferentes mándalas que son empleados para diferentes propósitos.

Los budistas emplean mándalas elaborados especialmente para los seres iluminados y para los maestros espirituales.

Otro tipo de mándalas son los que se utilizan durante una iniciación tántrica, creados para quienes comienzan a transitar la búsqueda de la espiritualidad.

En este caso el maestro espiritual introduce al discípulo en el significado del mándala como parte del rito y estos mándalas suelen ser realizados en tela, plasmados con arena de colores o sencillamente sólo visualizados.

Mandalas budistas de colores

Los tibetanos también realizan los mándalas de arena con el propósito de aquietar catástrofes naturales, llevar paz y conciliación a determinado lugar y a sus habitantes, o como una bendición en retiros espirituales de meditación.

Del mismo modo, los mándalas budistas tienen diversos fines según la figura Búdica que representan; la compasión; la sabiduría; la longevidad, entre otras.

Un dato interesante es que se les adjudican significados externos, internos y secretos.

Exteriormente simbolizan el cosmos en su forma divina; interiormente constituyen un plano a través del cual la mente puede iluminarse y en el aspecto secreto revelan el perfecto equilibrio esencial de las energías del cuerpo y la claridad de la mente.

Los budistas aseveran que la creación de un mándala de arena purifica en estos tres niveles.

A tal punto que en la antigüedad los polvos para construir los mándalas de arena se preparaban con piedras semipreciosas.

Por ejemplo, se empleaban el lapislázuli para el color azul y los rubíes para el rojo. Actualmente se preparan con polvo de mármol teñido o con arena blanca de playa.

La construcción de los mándalas de arena se basa en las escrituras budistas por eso no hay posibilidades de error o espontaneidad.

Mandalas de arena

Cada componente del mándala contiene un significado recóndito y la imagen central personifica al Buda en el cual se sustenta la creación del mándala.

Al observar un mándala de arena, se advierte que es como un edificio visto desde arriba que posee tres torres.

Cada torre tiene su entrada hacia uno de las cuatro puntos cardinales representados por colores;

  • El norte con amarillo
  • El verde para el sur
  • Para el oeste azul
  • Rojo para el este.

En cada una de estos accesos se encuentra un guardián o protector.

Al culminar la creación de los mándalas budistas de arena se realiza la consagración, invocando al Buda determinado para que permanezca en esta morada.

También se agradece a los espíritus por haber colaborado durante la construcción.

Al finalizar el ritual, se recoge la arena con dos fines fundamentales:

  1. Demostrar la mutabilidad de los fenómenos ya que todo se termina y el apegarse a lo perecedero sólo trae sufrimiento.
  2. El segundo propósito se relaciona con el ideal de favorecer a los demás con nuestros actos y por ese motivo se reparte la arena entre quienes presencian la ceremonia de finalización como una bendición.

El resto de la arena se deposita en un río, lago o en el mar, con el objetivo de purificar el ambiente y llevar esa prosperidad a todo el cosmos.

Para los budistas, participar o simplemente observar la creación y el desarme de un mándala de arena, tiene resultados curativos muy profundos para las personas y el lugar donde se construye. El motivo de esta creencia es que los Budas y Bodhisattvas observan, enviando un sinfín de bendiciones.

En definitiva, la creación de los mándalas budistas o simplemente su contemplación brinda beneficios temporales y espirituales que no pueden compararse con ningún otro tipo de mándala.